Mi ensayo parte cuando la(s) cartografía(s) del conocimiento tuvo rostros, voces y bocetos de ensayos. Me fue importante escuchar y ser parte  del proceso de los ensayos de las otras personas para poder comenzar con la experientación. 

Luego, a partir de las propuestas y metodologías de los ensayos, pasé unos días pensando en cuáles eran mis inspiraciones e intereses personales. Me era fundamental reflexionar sobre qué era lo que yo quería experimentar y cómo lo iba hacer, antes de pensar en integrar los otros ensayos.

En un principio, mis inspiaciones nacieron de una caminata a la desembocadura del río Maipo y sus hallazgos; una obra que realicé hace un año buscando traducir el habitar como marcas del tiempo y el espacio ; y los trabajos de dos artistas, Ana Mendieta y Richard Long, quienes investigan en su obra la relación entre el arte y sus cuerpos en/con la naturaleza como una especie de ritual orquestado.

Ya con una idea más clara de hacia donde iba, comencé a pensar en cómo integrar los diferentes ensayos. Partí con la invitación de Paulo a repensar mi espacio íntimo y me acordé de un colectivo artístico francés que se llama  Internacional Situacionista. Específicamente recordé su cuestionamiento del arte y la posiblidad de particiación, el urbanismo y su vínculo con el capitalismo y el concepto psicogeografía. Este describe el efecto de una ubicación geográfica en las emociones y comportamientos de las personas. Desde ahí me pregunté:

¿Cómo capturo la psicogeografía actual que vivimos dentro de mi hogar ?

La respuesta la encontré cubriendole los zapatos y patas a los integrantes de mi casa con papel blanco durante un día. Además, durante algunos momentos los seguí, procurando invadir los menos posible sus movimientos (si es que eso es posible), y fui dibujando un mapa por cada uno.

Otras referencias para esta etapa tienen relación con el uso de la tierra como pigmento y material de creación, especificamente con los textiles creados por la cultura andina Chavín e instalaciones por Richard Long. Creo que en un proceso creativo simpre nos inspiramos y usamos como referencias cosas que nos interesan. En mi ensayo son principlamente artistas, pero el origen puede ser infinito, películas, poemas,  juegos, recuerdos, comidas, constelaciones… entre miles.

Ya con los registros, busqué la forma de seguir experimentando y jugando con los primeros resultados. Fue en este momento cuando volvi al ensayo de Enrique y al poder nativo dentro del mismo espacio íntimo. Quise continuar con los tintes naturales como un poder nativo utilizado ancestralmente. Busqué ramas secas en mi patio y las quemé para hacer carbón y así pintar nuevos mapas con el.

Los nuevos mapas los cree en base a los realizados originalmente, pero reemplacé cada línea por un pliegue en el papel. Los pliegues conservaron las direcciones de las líneas y pinté con el carbón cada uno de ellos. Al abrir todos los pligues, aprece un nuevo mapa que, si bien sigue los movimientos de los integrantes de mi casa, es una nueva coreografía por descubir.

Cada mapa lo fui pegando en el muro para ver los detalles y su totalidad. Volví a la pregunta ¿Cómo capturo la psicogeografía actual que vivimos dentro de mi hogar? Decidí que una posible respuesta era unir los mapas y así crear una coreografía colectiva del habitar registrada psicogeograficamente por huellas del movimiento. Aquí volví a Cristobal, intepretando el antes del país y el cosmos como el infinito. Esta coreografía del habitar puede seguir creciendo y cambiando infinitamente, como un organismo vivo, una nave que crece interdimensionalmente.

Terminé el comienzo de mi ensayo presentándolo como mi avatar, mi autorretrato análogo digital.

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